jueves, 7 de diciembre de 2006

LA DEFENSA DEL MONO

(PEDRADAS)

LA DEFENSA DEL MONO

A pleno mediodía el sol se quemaba de tanto calor, la patrulla justiciera tenía cercado al inquieto fugitivo, y cuando la captura ya parecía un hecho, el mono, sonriente se impulsó al vacío, luego con su largo y peludo rabo se apoyó en el ramo del cotoperí, dio dos saltos violentos, salió disparado y en una perfecta vuelta de campana se agarró de un bejuco cadena que pendía de la mata de guama peluda, de allí se colgó del guásimo pasando al guarumo desde donde subido a la rama mas extrema pasaría al mamón para luego cruzar el río y continuar sus faenas en el otro territorio , donde no había tanta agresividad en su contra.
De todos modos, antes de cruzar el río y ponerse a salvo, seria bueno hacerles una morisqueta para que supieran que él no solo era el mas hábil sino también el mas simpático de los animales, por eso, al llegar al guarumo, se aguantó con la punta del rabo, saco la lengua y se tingló las orejas con ambas manos, ya iba a terminar su actuación cuando la rama que previamente había sido serruchada por la patrulla justiciera, se reventó y el mono fue a caer a la charca donde todo estaba preparado para su captura.
El día del juicio al mono, por fin llegó, la iguana, por miedo a que se presentara la vaca o el burro, que eran muy gordos y podrían pisarla, se encaramó en la mata de tamarindo, allí se sentía segura, el asunto era que las hormigas, algunas veces en su pretensión de darse colita sobre su lomo, le hacían cosquillas, esto era peligroso porque el tamarindo era muy alto y una caída podría proporcionarle bastantes aporreos. Cada animal se fué acomodando según su manera de pensar, el maporite, por ejemplo, dijo que llevaría sus sacos bien cargados porque en caso de que se presentara una fuerte pelea, tendría que intervenir con sus bombas narizógenas para dispersar rápidamente a la multitud.
Puntualmente llegó papá Dios al acto y repartió a sus animalitos: cambur, mango, merey, pomalaca, cupiro, cotoperí, maco, y hasta un pedacito de queso se saco del bolsillo y se lo dió al ratoncito como premio por haberse cepillado los dientes.
El gallo anunció que ya era la hora de comenzar el juicio, el perro ordenó que se leyeran los cargos y el loro comenzó diciendo así:
Quiero dejar constancia que nada de lo que dice aquí lo he escrito yo, así pues que solamente me dedicaré a repetir lo que otros han dicho. Los concurrentes abuchearon al loro y papá Dios dijo: “desde hoy seguirás repitiendo lo que otros digan”.
El loro prosiguió: al mono se le acusa de los siguientes cargos:
Primero: El mono se levanta muy temprano y desde esa hora va de rama en rama armando tanto alboroto que a nadie deja dormir.
Segundo: el mono es un animal demasiado peludo.
Tercero: El mono baja desde la montaña y se viene por sobre las matas del río de rivilla, y no conforme con lo que se come, va tumbando al suelo, los jobitos, mangos, naranjas, mameyes, charas y todas las frutas maduras que consigue a su paso.
Cuarto: Por la tarde cuando los animales del día se están despidiendo de los que deben salir de noche, el mono forma un alboroto tan fuerte que hasta las guacharacas hacen silencio.
El mono preso y con lagrimas en los ojos, se puso la mano en el corazón y pidió el derecho a la defensa. Concedido este derecho por papá Dios, dijo lo siguiente:
Voy a ordenar mi defensa en el mismo orden que se me han hecho los cargos:
Primero: Cuando el suave rocío me hace cosquillas en la piel, mis ojitos se abren para presenciar la bienvenida que el lucero de la mañana le brinda al sol, y mis orejitas perciben el trino de los pájaros barriendo el camino para que por Paria entre la luz acariciando las flores, pienso que este espectáculo que cada mañana preparas para tus criaturas es tan maravilloso que seria pecado ignorarlo, por eso señor, hago todo lo que esté a mi alcance para que todos lo admiren y junto conmigo te demos alabanzas y gracias.
Segundo: Soy un animal peludo porque papá Dios ha querido librarme del pico de los mosquitos y porque además en las noches frías, mi compañera y sus monitos se refugian en la pelambre de mi pecho.
Cuarto: Señor, no puedo permanecer tranquilo cuando el sol es casi tan bello como los cachetes del mango maduro y por mas que le grito no se detiene, tal vez porque la luna lo esta esperando detrás de los cerros de chacopata, pero aun así sigo haciendo alboroto para que la señora noche nos los devuelva lo mas pronto posible.
El mono picaramente pidió clemencia, pero papá Dios con voz imparcial le dijo:
No has respondido a la tercera acusación, ¿Por qué tumbas más frutas de las que haz de comerte?
El mono confuso y acongojado exclamó: señor, no puedo negarme a nada que me pidas, pero por favor te ruego que en nombre de la ética, la moral y la modestia que has sembrado en los monos, permítame permanecer callado.
Un violento movimiento se observo en la congregación, la iguana se agarro fuertemente de la rama de tamarindo, maporite ya casi lanzaba su bomba narizógena cuando Dios levantó la mano y un coro de los animales presentes exclamó: Nosotros contestaremos por él:
Señor, no deseamos criticar tu gran sabiduría, pero los cachicamos, los chivos, los venados, las lapas, los cochinos, los conejos y muchas otras de tus criaturas no sabemos subir a las grades matas, sin embargo saboreamos las mas exquisitas frutas gracias a la bondad del mono quien desinteresadamente se expone a los mas grandes peligros de las alturas para darnos tan sabrosos regalos.

Por voluntad divina la prisión se abrió, el mono lleno de dicha corrió a la montaña, los demás animales dijeron: “Que viva el mono” y el loro repetía: Que viva el mono’… Que viva el mono’… Que viva el mono’… Que viva el mono.

PEDRO SALAZAR

No hay comentarios.: